Atenco por SME
Laura Bolaños Cadena
El fallo a favor de los presos por el asunto de Atenco provocó gran alegría y reconocimientos a la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Se habló de dignidad de los ministros, del sentido de justicia social inspirador de su fallo a favor de los castigados injustamente y con sentencias monstruosas. Muchos aplausos mereció el pronunciamiento de la SCJN en contra de la criminalización de la protesta social. Se consideró que sentaba un precedente a favor de la libertad de disentir. Todo un triunfo para quienes se oponen a la arbitrariedad.
Ni quién objetara. Apenas callamos unos cuantos desconfiados. La SCJN con frecuencia ha apoyado atropellos gubernamentales. ¿Por qué se declaraba tan abiertamente defensora de un grupo que había merecido el mayor encono de altas autoridades? A más de basarse en acusaciones falsas, las sentencias a estos presos revelaban un afán desmedido de escarmentar a quienes se enfrentaran a intereses oficiales. No hemos visto, como lo comenté en otro artículo, dureza igual contra verdaderos delincuentes. Ningún secuestrador, asesino, narcotraficante, ha sido condenado a más de cien años de prisión, ni siquiera a los sesenta y tantos, como estos detenidos. ¿A qué viene semejante fallo por parte de la SCJN, que exhibe a altas autoridades, de la PGR para arriba, como arbitrarios, atropelladores de la ley, mentirosos, despóticos, etc.?
El gozo se fue al pozo casi en seguida. No pasaron muchos días antes de que los electricistas del SME recibieran el tiro de gracia. La misma SCJN falló en contra suya con los argumentos más peregrinos. No existe motivo para su movimiento de resistencia, porque...
No hay tal despido
Así como lo oyen. Según la SCJN no hubo despido de facto porque “la separación del empleo es una cuestión que se encuentra sub judice... aún se encuentra en trámite... entonces no puede existir despido alguno”. Pero además, el presidente y las demás autoridades implicadas no tienen carácter de patrón, “por tanto no pudo haberse efectuado el despido aducido”. Tal fallo fue aprobado por unanimidad.
La forma tramposa de razonar no puede estar más a la vista. Apenas cabe calificarse como de estúpida y pueril. Los señores magistrados, que tienen la última palabra en los litigios de su incumbencia, no vacilan en exponerse al ridículo. Es natural, ellos cumplen una misión a favor del gobierno. ¿O alguien lo duda? En este caso, como lo han demostrado en otros, obran bajo consigna. Y aquí el asunto está bien claro: una de cal por otra de arena. Les vamos a dar gusto con lo de los presos de Atenco, cuestión al fin y al cabo sin mucha trascendencia, para asestar el golpe en lo básico. Atenco no tiene, ni de lejos, la importancia del SME. No hay detrás un negociazo como el de la fibra óptica ni los atenquenses constituyen una fuerza comparable a la de un sindicato independiente de la categoría de los electricistas. La jugada fue doble: por un lado privatizar uno de los rubros más importantes del país y por otro destruir a un sindicato que estaba fuera del control oficial. Uno de los poquísimos independientes que quedaban y sin duda el más fuerte.
Se hizo una concesioncita para golpear en lo fundamental. Nos cambiaron Atenco por el SME.
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