Ayuno del SME cumple 60 días
Llovió en el campamento. Se cumplieron 60 días de huelga de hambre. Los voluntarios barren el agua acumulada para que los electricistas no se mojen los pies. Un resfriado podría ser mortal para su blandengue sistema inmunológico.
En el Zócalo, los 30 grados registrados en los últimos días en la Ciudad de México convierten a las carpas de plástico blanco en una especie de invernadero y las noches lluviosas en coladeras. Ahí siguen.
El 25 de abril 11 integrantes del Sindicato Mexicano de Electricistas iniciaron el ayuno. Se cumplían seis meses del decreto del jefe del Ejecutivo federal, Felipe Calderón, por el que se extinguió Luz y Fuerza del Centro, donde trabajaban más de 44 mil mexicanos.
También la Corte había aceptado revisar la legalidad del procedimiento presidencial. Los electricistas tomaron la medida de presión en busca de una resolución expedita.
Del primer grupo que entró a la huelga, sólo Cayetano Cabrera continúa. Al día 60, ha perdido 15 kilogramos de peso. Los estragos del ayuno se reflejan en su rostro, el de alguien que aunque con baja estatura pesa 54 kilos, con los huesos que empujan la piel de las mejillas y las manos escuálidas, protegidas con guantes negros.
Trabajaba en el departamento de Ingeniería Eléctrica. Era el artífice de los proyectos de subestaciones; hacía cálculos, planos y su experiencia que inició como aprendiz a los 17 años en su natal Oaxaca, a la par de sus estudios de preparatoria, lo hacían uno de los “mejores”, dice sin presunción.
Una semana antes de la huelga, impartía la materia Teoría de los circuitos eléctricos en la Escuela Superior de Ingeniería Mecánica Eléctrica del IPN, de 16 a 22 horas. Se despidió de sus alumnos diciendo que iría a una “lucha justa”.
Al ingeniero, como lo llaman sus compañeros, se le quiebra la voz cuando habla de su familia. Evita que broten las lágrimas y en cambio, suspende la plática por segundos, respira. Dejó a su esposa e hijas de 18 y 23 años y está decidido “a todo”.
En los últimos días, el hombre de 46 años, moreno con y un ligero encorvamiento, sufre dolores constantes de cabeza y de pies; siente punzadas en las costillas. El doctor Alfredo Verdiguel revisa su presión tres veces al día y le ha advirtido que de sufrir una baja de de potasio puede infartarse.
“Si me sucede algo así, responsabilizo a Felipe Calderón y su gabinete porque él ocasionó esto. Parece que eso quiere el gobierno porque no nos oye. No le pedimos imposibles, queremos nuestro trabajo”, acota.
El secretario general del sindicato, Martín Esparza, fue desconocido por el secretario del Trabajo, Javier Lozano, y algunas protestas a las que ha convocado, terminan en enfrentamientos con la policía. Además, la mala reputación de los líderes obreros que quieren perpetuarse en su puesto por el manejo del dinero de los agremiados es de vox populi.
Pese a todo, los agremiados, esos que no son dirigentes, tienen la convicción de que la huelga de hambre, las marchas, el boteo y las asambleas, servirán para recuperar su empleo. Le tienen fe a sus líderes.
Nayeli Roldán