México mortífero
De Resistencia Social
Resulta sorprendente y doloroso para el gobierno federal, el abandono de sus aliados ideológicos Letras Libres y Enrique Krauze a la fallida guerra calderonista contra el narcotráfico. El hecho de que sus ideólogos empiecen a deslindarse del gobierno de derecha de Felipe Calderón representa un viraje significativo. Es significativo porque sus propios aliados ideológicos están abandonando sus iniciales posturas favorables a la criminal guerra de legitimación calderonista luego del desastre en la elección presidencial de 2006.
Nada extraño tiene que desde el centro o la izquierda se critique la fracasada guerra criminal de Calderón. Lo novedoso resulta que desde la misma derecha se desacredite la guerra inútil.
En ese sentido, resulta sorprendente la demoledora crítica a la guerra fracasada de Calderón que se desliza en el número de enero de 2011 en Letras Libres (LL), en la sección de libros reseñados. Es sorprendente porque esa revista se resiste a criticar al gobierno de Calderón. Desde enero de 2007, a lo largo de 48 números mensuales de la revista, en ningún ejemplar se ha criticado ni se ha mencionado para nada la violencia e inseguridad que Calderón ya institucionalizó en México (si acaso en noviembre de 2007, aparecen en la revistucha dos tímidas crónicas sobre el narcotráfico, junto con la criminalidad tepiteña –y chilanga, of course-). Sin embargo, Krauze sí tuvo tiempo y recursos en ese lapso para ajustar cuentas y demonizar a sus enemigos proverbiales (dedicando cuatro números de LL contra Cuba; dos contra los musulmanes; uno contra Hugo Chávez; cinco números contra la izquierda; uno contra la ciudad de México; uno contra la UNAM).
Comparativamente, la otra revista política-literaria de derecha, Nexos, resulta más honesta, pues de enero de 2009 a la fecha, nueve de sus 24 números mensuales los ha dedicado a debatir el tema de la violencia e inseguridad en tiempos del calderonato, aun con un sesgo favorable al gobierno.
Por ello, la crítica y deslinde de Letras Libres (LL) en enero de 2011 de la guerra criminal del calderonismo resultan significativos. Bajo la pluma de Fernando García Ramírez, el mayordomo de Krauze, su capataz, aparece con el título “¿Vamos ganando la guerra?” la reseña de tres libros sobre el tema, aun cuando en ello también se ha visto mezquinos en la revista, pues desde que Calderón desató la muerte y violencia en México, han aparecido al menos 43 libros sobre el tema (elaboré un listado). Desde enero de 2007, LL ha reseñado más de 600 libros en total (de todo tipo de temas), y en ese lapso, sólo dos de ellos que tratan sobre la inseguridad, “La Reina del Pacífico” de Julio Scherer (en octubre de 2008), y “El Secuestro en México”, de José Sánchez Ortega (en marzo de 2009) los reseñó la revista. E incluso para el libro sobre el secuestro, el reseñador (el propio mayordomo krauziano García Ramírez) escribe “La lucha no es ya sólo del Estado. Los ciudadanos debemos intervenir para erradicar este mal. Será un combate arduo”. Es decir, que LL aplaudía la estrategia guerrera de Calderón.
En otras palabras, a pesar de que la violencia y la inseguridad caracterizan el gobierno calderonista empeñado en su guerra criminal, y a pesar de existir una vastísima evidencia bibliográfica y hemerográfica, LL opta por evadir el tema, más interesado en denunciar, por ejemplo, las supuestas armas atómicas de Irán, como si eso interesara en México.
Pero ya rumbo a la debacle de la criminal guerra calderonista, Krauze intenta curarse en salud, para deslindarse un tanto a destiempo, de la justificación ideológica de la lucha irracional del panismo.
En su reseña de enero de 2011, a la pregunta ¿vamos ganando la guerra?, Letras Libres responde “definitivamente no”, justo cuando Calderón aparece en cadena nacional televisiva reiterando de modo patético la “razón” de su guerra. LL reseña el libro de Héctor Mauelón, “Marca de Sangre” (quizá pretendiendo no quedar LL atrás, pues esa obra de Mauleón apareció comentada por Alma Guillermoprieto ya desde el 28 de octubre de 2010 en The New York Review of Books, así como también en la edición del London Review of Books del 21 de octubre de 2010, por Bob Ehrenreich).
Pero por sobre todo, es del libro de Anabel Hernández, “Los Señores del Narco”, del que Krauze (y todo lo que él representa como ideólogo de la oligarquía) en la pluma de García Ramírez aventura afirmaciones sorprendentes, las que constituyen su deslinde a destiempo de la irracional guerra legitimadora de Calderón: “Si la marina (en la guerra contra el narcotráfico) queda rebasada, ¿entonces qué? El abismo. ¿Qué quiere decir esto? Un Estado fallido, un narcoestado. Todavía no estamos ahí, pero vamos volando”. (subrayados míos).
Parafraseando a Anabel Hernández, Letras Libres escribe: “Desde su fuga, el Chapo Guzmán se convirtió en el capo consentido de los gobiernos del PAN (que se han dedicado a eliminar a sus rivales, a proteger a sus líderes, a solapar el uso criminal que durante estos años se le ha dado al aeropuerto de la ciudad de México)…”.
Aceptando por verídicas todas las vinculaciones (muchas de las cuales en lo personal me parecen increíbles y fantasiosas) que Anabel Hernández atribuye a Genarco García Luna, Letras Libres afirma: “… la desaparecida AFI, dirigida por Genaro García Luna, jugó un papel relevante, al convertirse en muchas ocasiones en el brazo armado del Cártel del Pacífico”.
Para García Ramírez, las perspectivas son funestas: “Todo apunta a que la violencia va a cobrar un impulso mayor en los próximos años”. Del libro de Anabel Hernández (con quien por cierto García Ramírez comparte la sospecha de que Mouriño fue asesinado por el narco, o de que los narcos secuestraron a García Luna para “hacerlo entrar en razón”), Letras Libres señala: “un libro extraordinario para emprender el necesario viaje de conocimiento a nuestro corazón de las tinieblas”.
Insisto en que afirmaciones como las aparecidas en LL contra la guerra calderonista resultan sorprendentes, al provenir de los ideólogos de la derecha. Ese tipo de afirmaciones son normales en La Jornada, o en Proceso. Lo sorprendente es que aparezcan en Letras Libres, campeona de la reacción mexicana. Pero el deslinde tardío de LL es una señal contundente de que ya ni la derecha cree en la criminal guerra fracasada de Calderón. Saben bien que más vale deslindarse a tiempo.
Resulta sorprendente y doloroso para el gobierno federal, el abandono de sus aliados ideológicos Letras Libres y Enrique Krauze a la fallida guerra calderonista contra el narcotráfico. El hecho de que sus ideólogos empiecen a deslindarse del gobierno de derecha de Felipe Calderón representa un viraje significativo. Es significativo porque sus propios aliados ideológicos están abandonando sus iniciales posturas favorables a la criminal guerra de legitimación calderonista luego del desastre en la elección presidencial de 2006.
Nada extraño tiene que desde el centro o la izquierda se critique la fracasada guerra criminal de Calderón. Lo novedoso resulta que desde la misma derecha se desacredite la guerra inútil.
En ese sentido, resulta sorprendente la demoledora crítica a la guerra fracasada de Calderón que se desliza en el número de enero de 2011 en Letras Libres (LL), en la sección de libros reseñados. Es sorprendente porque esa revista se resiste a criticar al gobierno de Calderón. Desde enero de 2007, a lo largo de 48 números mensuales de la revista, en ningún ejemplar se ha criticado ni se ha mencionado para nada la violencia e inseguridad que Calderón ya institucionalizó en México (si acaso en noviembre de 2007, aparecen en la revistucha dos tímidas crónicas sobre el narcotráfico, junto con la criminalidad tepiteña –y chilanga, of course-). Sin embargo, Krauze sí tuvo tiempo y recursos en ese lapso para ajustar cuentas y demonizar a sus enemigos proverbiales (dedicando cuatro números de LL contra Cuba; dos contra los musulmanes; uno contra Hugo Chávez; cinco números contra la izquierda; uno contra la ciudad de México; uno contra la UNAM).
Comparativamente, la otra revista política-literaria de derecha, Nexos, resulta más honesta, pues de enero de 2009 a la fecha, nueve de sus 24 números mensuales los ha dedicado a debatir el tema de la violencia e inseguridad en tiempos del calderonato, aun con un sesgo favorable al gobierno.
Por ello, la crítica y deslinde de Letras Libres (LL) en enero de 2011 de la guerra criminal del calderonismo resultan significativos. Bajo la pluma de Fernando García Ramírez, el mayordomo de Krauze, su capataz, aparece con el título “¿Vamos ganando la guerra?” la reseña de tres libros sobre el tema, aun cuando en ello también se ha visto mezquinos en la revista, pues desde que Calderón desató la muerte y violencia en México, han aparecido al menos 43 libros sobre el tema (elaboré un listado). Desde enero de 2007, LL ha reseñado más de 600 libros en total (de todo tipo de temas), y en ese lapso, sólo dos de ellos que tratan sobre la inseguridad, “La Reina del Pacífico” de Julio Scherer (en octubre de 2008), y “El Secuestro en México”, de José Sánchez Ortega (en marzo de 2009) los reseñó la revista. E incluso para el libro sobre el secuestro, el reseñador (el propio mayordomo krauziano García Ramírez) escribe “La lucha no es ya sólo del Estado. Los ciudadanos debemos intervenir para erradicar este mal. Será un combate arduo”. Es decir, que LL aplaudía la estrategia guerrera de Calderón.
En otras palabras, a pesar de que la violencia y la inseguridad caracterizan el gobierno calderonista empeñado en su guerra criminal, y a pesar de existir una vastísima evidencia bibliográfica y hemerográfica, LL opta por evadir el tema, más interesado en denunciar, por ejemplo, las supuestas armas atómicas de Irán, como si eso interesara en México.
Pero ya rumbo a la debacle de la criminal guerra calderonista, Krauze intenta curarse en salud, para deslindarse un tanto a destiempo, de la justificación ideológica de la lucha irracional del panismo.
En su reseña de enero de 2011, a la pregunta ¿vamos ganando la guerra?, Letras Libres responde “definitivamente no”, justo cuando Calderón aparece en cadena nacional televisiva reiterando de modo patético la “razón” de su guerra. LL reseña el libro de Héctor Mauelón, “Marca de Sangre” (quizá pretendiendo no quedar LL atrás, pues esa obra de Mauleón apareció comentada por Alma Guillermoprieto ya desde el 28 de octubre de 2010 en The New York Review of Books, así como también en la edición del London Review of Books del 21 de octubre de 2010, por Bob Ehrenreich).
Pero por sobre todo, es del libro de Anabel Hernández, “Los Señores del Narco”, del que Krauze (y todo lo que él representa como ideólogo de la oligarquía) en la pluma de García Ramírez aventura afirmaciones sorprendentes, las que constituyen su deslinde a destiempo de la irracional guerra legitimadora de Calderón: “Si la marina (en la guerra contra el narcotráfico) queda rebasada, ¿entonces qué? El abismo. ¿Qué quiere decir esto? Un Estado fallido, un narcoestado. Todavía no estamos ahí, pero vamos volando”. (subrayados míos).
Parafraseando a Anabel Hernández, Letras Libres escribe: “Desde su fuga, el Chapo Guzmán se convirtió en el capo consentido de los gobiernos del PAN (que se han dedicado a eliminar a sus rivales, a proteger a sus líderes, a solapar el uso criminal que durante estos años se le ha dado al aeropuerto de la ciudad de México)…”.
Aceptando por verídicas todas las vinculaciones (muchas de las cuales en lo personal me parecen increíbles y fantasiosas) que Anabel Hernández atribuye a Genarco García Luna, Letras Libres afirma: “… la desaparecida AFI, dirigida por Genaro García Luna, jugó un papel relevante, al convertirse en muchas ocasiones en el brazo armado del Cártel del Pacífico”.
Para García Ramírez, las perspectivas son funestas: “Todo apunta a que la violencia va a cobrar un impulso mayor en los próximos años”. Del libro de Anabel Hernández (con quien por cierto García Ramírez comparte la sospecha de que Mouriño fue asesinado por el narco, o de que los narcos secuestraron a García Luna para “hacerlo entrar en razón”), Letras Libres señala: “un libro extraordinario para emprender el necesario viaje de conocimiento a nuestro corazón de las tinieblas”.
Insisto en que afirmaciones como las aparecidas en LL contra la guerra calderonista resultan sorprendentes, al provenir de los ideólogos de la derecha. Ese tipo de afirmaciones son normales en La Jornada, o en Proceso. Lo sorprendente es que aparezcan en Letras Libres, campeona de la reacción mexicana. Pero el deslinde tardío de LL es una señal contundente de que ya ni la derecha cree en la criminal guerra fracasada de Calderón. Saben bien que más vale deslindarse a tiempo.