Problemas sin solución
Domingo, 01 de Agosto de 2010
Escrito por Rafael Cordera Campos
De verdad que lo que está haciéndole falta al país es rumbo y claridad. No hay para dónde hacerse, primero se habló de guerra y ahora solamente de lucha contra la inseguridad aunque, al parecer, se sigue haciendo lo mismo, es decir, las mismas tácticas y las mismas acciones que cuando se empezó con esa guerra que ha encontrado otro nombre.
El lío del SME es eso: un verdadero problema que no se ha sabido enfrentar desde el gobierno federal. Sus acompañantes en los medios, desde el inicio, se han dedicado a centrar el asunto en la personalidad y la biografía de Martín Esparza.
Que si es corrupto, que no se pone en huelga de hambre y manda al matadero a sus incondicionales… que el sindicato es un “monopolio”, así a secas y sin explicación alguna. Antes, en la economía y la vida social, los monopolios o los duopolios u oligopolios eran conceptos que se referían a las empresas, la actividad económica y la falta de competencia. Hoy, instalados en la llamada posmodernidad o más allá, el concepto da para todo y todos.
Pero de la huelga como instrumento (desesperado) de lucha, poco se ha hablado. Adolfo Sánchez Rebolledo en las páginas de La Jornada, dio toda una lección política y de moral a propósito del tema.
Lo demás o la mayoría de los agitados de la televisión y la radio, se han dedicado a lo que les sale bien, a perseguir y señalar a los “culpables”: qué casualidad, en estos días (casi todas) las televisoras en sus noticiarios han coincidido en lo mismo, aunque ahora con el supuesto cierre del aeropuerto de la ciudad de México, tema que es muy difícil de entender salvo como que haya habido consigna.
Del secretario del Trabajo, no tengo nada más que decir que lo dicho con anterioridad, que representa la opción de la aniquilación o reducción de los derechos laborales y, hasta la franca derrota de sus organizaciones. Lo ha salvado que pocos hayan hablado del despido de más de 40 mil trabajadores como el centro del problema.
Por otro lado, la educación está por los suelos o, al menos eso han dicho diversos organismos nacionales e internacionales y, la discusión al respecto, siempre inicia con el tema sindical como obstáculo. Como si no existieran rutas o caminos en donde se puede hacer mucho para mejorar y servirle al país.
Se ha dicho también desde hace décadas, que México requiere que de manera diferente y sustantiva se invierta en la educación superior y en el desarrollo científico y tecnológico.
Y eso, convertir en estratégico para el desarrollo nacional el tema educativo, científico y tecnológico, invirtiéndole cada vez más, puede ser un argumento y una serie de políticas y programas para el largo plazo, que ha demostrado en otras latitudes de la geografía universal, éxitos reconocidos.
Además, si existiera la voluntad política necesaria, la educación superior puede servir para impulsar y actualizar a la educación básica y la media superior. De ahí pueden surgir los profesores que enseñen a enseñar a sus pares de los diferentes niveles inferiores y, al mismo tiempo, las aportaciones científicas y tecnológicas logradas en las instituciones de educación superior pueden ser materia para la actualización del conocimiento (y la información) de todos.
Con voluntad política y la elaboración de los programas adecuados y posibles, el tema puede ser materia de un desarrollo que no se ve precisamente porque no se admite su necesidad y posibilidad.
Otra cuestión importante es el que se refiere a la juventud, a nuestra juventud. Ese tema representa una verdadera catástrofe. Los números que nos hablan de sus condiciones de existencia son toda una constatación de que estamos por perder, en vida, una generación. O. si se quiere ser riguroso, una buena parte de ella.
Todos los números de las estadísticas oficiales y de organizaciones sociales coinciden en que el déficit en empleo, educación, salud y otros rubros más, afectan a la mayoría de los jóvenes mexicanos de entre 14 y 29 años. Y esto, el gran tema de la problemática nacional, no ha merecido un solo foro nacional de la proyección que han tenido otros como el de la energía, el petróleo, etcétera.
Estos y otros temas van de la mano. Ahora, habrá que añadir el de las pensiones de los trabajadores. Ellos han ahorrado parte de sus sueldos y salarios a lo largo de sus vidas para garantizarse una vejez digna y ahora, cuando no se necesitan más problemas, la SCJN asesta su jurisprudencia al respecto: castigar a los trabajadores en esa materia puede ser una causa que verdaderamente alebreste a muchos ¿De eso se trata?
¿Se tratará de engrosar o engordar el cúmulo de problemas que ha producido el gobierno en sus más de tres años de vida y que no tienen visos de solución?
O ¿se trata de crear un nuevo ambiente social y político que afecte aún más a una estabilidad colgada de alfileres?