Utopía, diálogo con el SME


Eduardo Ibarra Aguirre

Con acuerdos básicamente verbales entre el novel secretario de Gobernación y ellíder del SME, aunque están contenidos en una hoja con tres rúbricas, y la molestiadel ingeniero Cayetano Cabrera Esteva, horas antes de cumplir 90 días en huelga de hambre, se puso fin a una muy eficaz pero extrema forma de resistencia civil pacífica en torno al respeto al derecho al trabajo y la organización sindical, que concitó el interés de voluntades institucionales, políticas y sociales diversas, y trascendió nuestras fronteras.



La trascendencia del ayuno iniciado el 25 de abril ni remotamente logróla cobertura informativa brindada por la dictadura mediática global al cubano Guillermo Fariñas Hernández, pero tampoco se atrevió a ignorarlo porque implicaba exhibirse como parte del instrumental de los poderes imperiales. Sin embargo, colocó al gobierno mexicano en circunstancia complicada, tanto que el punto número dos del convenio negociado y suscrito por el bajacaliforniano José Francisco Blake Mora y el hidalguense Martín Esparza Flores, además del poblano Javier LozanoAlarcón para cubrir las formalidades, dice a la letra:

“La representación del Sindicato Mexicano de Electricistas se compromete a instar aque concluya, a partir de este momento, la huelga de hambre que realiza en el Zócalode la ciudad de México”. Ese momento era la madrugada del viernes 23 y hasta lascuatro de la mañana se retiró del Palacio de Covián el titular de Gobernación. Esevidente que los exabruptos del otrora tesorero del SME, Alejandro Muñoz Reséndiz-”¿Dónde están los que se estaban muriendo de hambre, sí el más grave saliócaminando ayer?”– no le sirvieron a Bucareli más que para la morralla de lascondenas de oficio, aunque horas más tarde fue recibido por funcionarios paracobijarlo.

El levantamiento de la huelga de hambre sostenida hasta el final por 14trabajadores, se hizo bajo el compromiso presidencial –así lo expresó Blake aEsparza– de otorgar la toma de nota al Comité Central integrado por 26 dirigentes yque, como se recordará, fue el origen del conflicto entre el gobierno federal y elsindicato al serle negada por Secretaría del Trabajo y (dizque) Previsión Social.

Unas cuantas horas más tarde volvió a interponer sus pésimos oficios Alarcón Lozano-así dicen llamarlo sus amigos de la infancia–, de vocero de la intransigencia y laprovocación gubernamentales. Poniendo en duda el compromiso de su jefeinstitucional, dijo el secretario: “Y sólo si satisfacen estos requisitos se les dala toma de nota, como a cualquier otro sindicato en cualquier otro momento”. Allíestá el Sindicato Nacional de Trabajadores Mineros y Napoleón Gómez Urrutia comoprueba de la veracidad de sus palabras, y cualquier organismo que se atreva aindisciplinarse con las políticas laborales y económicas de Los Pinos.

Hoy se instala “la mesa de diálogo de alto nivel” y comienzan las negociacionesentre las partes en agudo conflicto desde que la Presidencia de la República decretóla extinción de Luz y Fuerza del Centro, en octubre de 2009, avalada por la SupremaCorte de Justicia de la Nación, pero dejando a salvo los derechos de los 17 mil trabajadores que no aceptaron su liquidación al ser despedidos.

Pese a lo pactado, el curso de la negociación es incierto por las visiones eintereses grupales e individuales en juego por parte de un gobierno que tendránecesidad de subordinar a un desbordado y duro secretario del Trabajo, mismo que no asimila el reciente cambio habido en las filas gubernamentales, amén de que en éstas será preciso demostrar que no se empeñan sólo en ganar tiempo y acreditarse ante una opinión pública que muestra simpatía por las demandas de los electricistas.