La luz y la modernidad privatizadora
Raúl Rodríguez Cortés
22 de marzo de 2010
Con el argumento de ser más eficiente mediante el uso de la tecnología, la Comisión Federal de Electricidad (CFE) ha echado mano de herramientas que, sin embargo, podrían afectar al usuario al final de cuentas.
Según se sabe, la CFE ha iniciado el cambio de medidores en todo el país, incluida la zona centro de la República, donde ha asumido las tareas de la extinta Luz y Fuerza. Los nuevos medidores —denuncian trabajadores del Sindicato Mexicano de Electricistas— van a funcionar con una especie de ficha de prepago, algo así como las utilizadas en la telefonía celular. Eso implicará, en rigurosa lógica, que los consumidores deberemos pagar la luz por anticipado para poder tener energía en nuestros hogares. El medidor digital marcará los saldos de nuestro consumo, vamos, lo que nos queda de luz para que se termine la adquirida mediante la tarjeta. Si usted vislumbra que va a necesitar más, pues a comprar otra ficha.
Los electricistas del SME aseguraron que el cambio de medidores ya fue iniciado en todo el país pero que aún no se ha generalizado. Mientras tanto advierten sobre el uso de otra de las nuevas herramientas de la CFE, el monedero electrónico.
Los usuarios domésticos de energía han empezado a recibir el monedero electrónico, que es una tarjeta plastificada que bonificará puntos equivalentes a un peso en diversos establecimientos mercantiles afiliados al programa. Mientras más se use, más puntos se acumulan. Esos puntos quedan registrados electrónicamente en la cuenta que la CFE tiene con el usuario correspondiente y que podrán aplicarse al pago del seguro de luz. Éste abrirá espacios publicitarios a las empresas afiliadas que no sólo aumentan sus ventas por el volumen de los consumidores de energía (todos), sino que adquieren también un mecanismo de marketing con amplia difusión.
Los términos del mecanismo son sin embargo un tanto confusos. En un principio, de hecho, se incluía en el monedero electrónico, sin que los usuarios lo supieran, un seguro de vida en caso de accidente con un costo de 2 mil pesos que se iría pagando periódicamente con los puntos acumulados. Quienes llegaron a enterarse de esto tras revisar con lupa la letra chiquita del contrato, tuvieron graves dificultades para cancelarlo. El seguro era vendido por MAPFRE, uno de los afiliados al programa, y la CFE tuvo que cancelarlo el pasado 20 de febrero ante la queja de los usuarios.
La propia paraestatal define su monedero electrónico como un “programa social inteligente”, pero llama la atención que, siendo social, sea operado por una empresa privada (¿?) llamada Axcentric, S.A.P.I. de C.V, de acuerdo con la licitación pública nacional LPN-SD-001/19. Esta empresa que es una Sociedad Anónima Promotora de Inversión bajo la nueva Ley del Mercado de Valores (eso es lo que quiere decir S.A.P.I.), está asociada en este proyecto de la CFE con otras tres que son CENTRICOM S.A. de C.V., DIGIPRO S.A. de C.V. e International Bussines Solutions de México S.A.
Que sea una S.A.P.I. tiene su explicación, pues es otra manera que se ha encontrado para que capital privado invierta en actividades reservadas por la Constitución al sector público. Pero Axcentric, cuya oficina matriz está en San Nicolás de los Garza, Nuevo León, incluso se anuncia en internet como una “compañía encargada del desarrollo, administración y control de la CFE”.
Cosas de una privatización que dejó de ser silenciosa para mostrarse ya de una manera abierta.
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