El rector Narro, del “Grupo de Notables”, denunció pobreza, atraso e irresponsabilidades en México


Pedro Echeverría V.

1. Los problemas económicos, de salud, así como educativos del país se agudizan, están a flor de piel y se filtran por todos los poros. La mayoría los ven porque el 70 por ciento de la población los sufre, pero no han sido capaz de hacerlos conscientes, de unirse y organizarse para luchar contra ellos y superarlos. Los estudios, las publicaciones periodísticas y las denuncias hechas por personalidades reconocidas han servido poco o nada porque no repercuten en una sociedad donde parece haberse dicho todo y estarse repitiendo hasta el cansancio, porque los gobiernos obligados a solucionarlos no parecen ver ni oír. El rector Narro, después de formar un “grupo de notables” para mediar una mesa de diálogo entre obreros electricistas y gobierno, el día de ayer tuvo que retirarse porque el gobierno les vetó su presencia al decirles que no eran necesarios. ¿Por eso respondió así el rector?

2. “Si no se atienden los grandes problemas nacionales como pobreza, desempleo, falta de oportunidades laborales y educativas para los jóvenes, y analfabetismo, México podría transitar de una crisis financiera a una de carácter social que a nadie le conviene. México tiene rezagos y lo he dicho y hoy lo reitero con ustedes, no podemos estar conformes cuando en este país tenemos 7 millones y medio de jóvenes que ni estudian, ni trabajan y no lo hacen, no porque no quieran, sino porque no tienen ningún espacio para educarse. En el país hay casi 6 millones de mexicanos que no saben leer ni escribir, y si se compara a México con otros países puede verse que tiene tres veces los niveles de mortalidad infantil que tiene Cuba o casi dos veces los que tienen Chile o Costa Rica. El gobierno mexicano debe reconocer estos problemas y atenderlos, corregirlos, realizando modificaciones estructurales”.

3. El discurso de José Narro Robles, rector de la UNAM, está sonando mejor que el de sus antecesores. Antes de ocupar el cargo se le tenía como un derechista, pero la realidad parece estarlo transformando en alguien que piensa con honestidad. Sus declaraciones, por lo menos del último año, han sido críticas apuntando realidades evidentes, cosa muy extraña frente al 100 por ciento de los funcionarios cuya única misión es arrastrase ante cualquier orden del “señor presidente”. Los estudiantes que luchan por defender sus derechos en la UNAM se han confrontado innumerables veces con las autoridades y la rectoría misma – y me parece que hay que alentar estas batallas- pero no puede dejarse de reconocer que cuando surgen voces que apuntan contra acciones de gobierno, que denuncian el empobrecimiento y la injusticia contra la población, tienen que apoyarse.

4. Las denuncias del rector no son las primeras ni las más profundas, sólo hablan de una realidad que llevamos muchos años repitiendo en artículos, foros, mítines, para que la población haga conciencia de la realidad; pero en voz del rector la denuncia tiene mayor trascendencia porque son mucho más creíbles para la gente común. Lo óptimo sería que alrededor de esas denuncias y de otras más, se organizaran los estudiantes levantando un fuerte movimiento junto con el pueblo. ¿Cómo seguir permitiendo que casi diez millones de jóvenes mexicanos no tengan un espacio para educarse y tampoco tengan uno para trabajar? ¿Cómo permitir que nuestros niños se mueran por hambre, por falta de atención, por enfermedades curables en número muy superior a los que fallecen en países más pequeños y con menos recursos económicos? Es realmente vergonzoso.

5. ¿Qué peso o que fuerza tienen en México las declaraciones de un rector de la UNAM? Deberían tener mucha presencia porque representan a más de 400 mil estudiantes, a más de 30 mil académicos y a otros tantos de trabajadores manuales y administrativos, pero en realidad tienen poca audiencia porque el país ha vivido sometido durante más de un siglo a las políticas presidenciales y de medios de información que silencian las críticas porque forman parte de ese juego político y económico que durante años han establecidos los magnates de los medios y el poder político. Al otro día ya se han archivado y olvidado para que todo siga igual. ¿Qué pasaría si un rector continuará tocando problemas básicos y lograra aglutinar apoyos? Simplemente lo amenazarían con crearle algún problema para obligarlo a renunciar.

6. El rector, el ex director del IPN y los coordinadores de legisladores de los tres partidos principales habían formado un “grupo de notables” con el fin de establecer una mesa de diálogo para que las secretarías de Gobernación y del Trabajo dejen de ningunear y maltratar a los obreros electricistas y para que éstos dejen de movilizarse. Las ensoberbecidas autoridades, que sienten que han logrado destruir a la empresa y al sindicato y están a punto de poner de rodillas a dirigentes obreros, sólo le dieron las gracias al “grupo de notables” y les dijeron que no harían falta para la intermediación innecesaria. El grupo de notables, inclinado obviamente a servir al gobierno, se retiró sin decir nada. Quizá por eso el rector Narro, el único personaje con independencia, decidió aprovechar la coyuntura para denunciar una vez más la mala situación del país.

7. ¿Seguirán los electricistas confiando en un gobierno que los ha pateado, regañado y se ha burlado de ellos hasta no poder más? ¿Tendrán aún algún argumento para convencer a un gobierno fascista que trata con la punta del pie a los trabajadores, tal como pueden probar los mineros, los petroleros, ellos mismos y muchos más luchadores sindicalistas? Me encantaría que la asamblea que realizarán hoy por la tarde los electricistas no apruebe más negociaciones y se dediquen a analizar planes de movilización y huelga nacional, como parece que iban avanzando en octubre y noviembre. Seguir repitiendo lo que se ha dicho ya no tiene caso. Lo que se necesita es una gran insurrección de masas en la que los electricistas, los estudiantes de la UNAM y las declaraciones de su rector pasen de la palabra a los hechos.

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