Mantienen viva la resistencia más de 16 mil electricistas
Pendientes de cumplir, acuerdos tomados en la mesa de negociación de "alto nivel" realizada en Bucareli
Mañana, nueva jornada de protesta sindical
Patricia Muñoz y Fabiola Martínez
Periódico La Jornada
Domingo 10 de octubre de 2010
Cuando el gobierno federal emitió el decreto de extinción de Luz y Fuerza del Centro (LFC), el 11 de octubre de 2009, calculaba que bastarían unas cuantas semanas para vencer cualquier oposición, pero un año después, 36 por ciento de la plantilla original de 44 mil trabajadores se resiste a quedarse sin empleo en el sector eléctrico y no ha aceptado la liquidación.
Al mismo tiempo, en la administración calderonista hay dos posiciones en pugna: la Secretaría del Trabajo insiste en que la extinción es cosa juzgada, mientras en Gobernación sigue abierta una mesa de negociaciones en busca de alcanzar un acuerdo que destrabe el conflicto laboral.
También continúa en disputa la zona de influencia que tenía LFC, con un mercado que equivalen a 25 por ciento del total de venta de energía eléctrica en todo el país. Luz y Fuerza atendía a más de 22 millones de habitantes, ubicados en el Distrito Federal y 132 municipios de entidades vecinas: 82 en el estado de México, 45 en Hidalgo, dos en Morelos, y tres en Puebla, con una facturación anual de alrededor de 55 mil millones de pesos .
La impugnación del decreto presidencial llevó al Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) a un litigio que se resolvió en julio pasado, cuando la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) avaló la constitucionalidad de la medida.
El Ejecutivo argumentó que para 2009 las transferencias de recursos públicos a LFC serían de 41 mil 945 millones de pesos y que de continuar el mismo comportamiento esta cifra podría llegar a 300 mil millones al final del sexenio. Agregó que el pasivo laboral era de 240 mil millones.
El SME refutó la intensa campaña publicitaria del gobierno y aseveró que los costos se incrementaron por el "aumento desmedido" del precio de la energía comprada a la Comisión Federal de Electricidad (CFE). Del aspecto laboral, documentó que la administración calderonista infló las cifras 133 por ciento porque ese indicador se ubicaba en 102 mil 990 millones de pesos.
Sin embargo, la sentencia de la SCJN dejó abierta la posibilidad de que los trabajadores reclamen su reinstalación, con base en lo cual siguen su curso en la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje miles de demandas, con el argumento de que la CFE es el "patrón sustituto".
El mismo día del decreto, la Secretaría de Energía envió al director de la CFE el oficio 300.250/2009 para poner "inmediatamente a disposición" de esta paraestatal todos los bienes de LFC con el fin de que se asegure "la adecuada prestación del servicio público de energía eléctrica".
Al SME no le ha faltado determinación para mantener vivo su movimiento.
Una huelga de hambre colectiva, de casi cien días, hizo posible la instalación de una mesa de negociaciones en Gobernación. El gremio promueve un proyecto de ley para la creación de una empresa que sustituya a LFC en la zona central del país.
Los electricistas han encabezado gigantescas movilizaciones, acompañados de organizaciones sindicales y sociales; recurrieron a formas extremas de protesta como –además de las huelgas de hambre– la extracción de sangre (para hacer pintas). Han hecho "visitas" a la casa del secretario del Trabajo, Javier Lozano, bloqueos de calles y avenidas, mítines, demandas internacionales, promoción de amparos de usuarios, boteos, actos políticos, foros, recolección de firmas, entre muchas otras acciones cotidianas para exigir su reinstalación.
La extinción
Los planes gubernamentales para desaparecer LFC se fraguaron durante meses, al tiempo en que era evidente la fractura en el SME, por un conflicto electoral.
En 2009, este sindicato –entonces a punto de cumplir 95 años de existencia– se dividió por la rivalidad entre dos fracciones: una encabezada por Martín Esparza y otra por Alejandro Muñoz, ex tesorero del gremio.
Ese proceso, que dio como ganador a Esparza apenas con un margen de 300 votos, fue impugnado, lo que dio pie a la Secretaría del Trabajo a negar la toma de nota para ese dirigente y su comité.
Mientras el SME estaba inmerso en su conflicto interno, el gobierno preparaba con sigilo la toma de instalaciones de LFC con el apoyo de cientos de elementos de las fuerzas federales.
El sábado 10 de octubre, después de las nueve de la noche, empezaron a sacar por la fuerza a los trabajadores que estaban de turno y, de inmediato, personal de la CFE tomó el mando del cerebro de operación de la red eléctrica. Esa fecha fue considerada "ideal" para hacer el operativo –calificado de sabadazo–, ya que la atención masiva estaba puesta en el pase de la selección nacional de futbol al Mundial de Sudáfrica.
Luego de que se difundieron las primeras imágenes de la entrada de la fuerza pública a instalaciones de LFC, los trabajadores se trasladaron a la sede del SME. El cruce de Antonio Caso e Insurgentes, donde está el edificio sindical, fue abarrotado por cientos de hombres y mujeres que llegaron consternados, desorientados, asustados e incrédulos.
Encerrados adentro, los dirigentes trataban de salir del shock para decidir si enfrentaban a los uniformados o seguían la vía jurídica y de las movilizaciones. Optaron por lo segundo. Incluso hubo un fugaz acercamiento entre los grupos de Esparza y Muñoz, supuestamente para luchar juntos contra el decreto. La intención duró poco.
El antagonismo de los dirigentes terminó de fracturar al SME, con acusaciones mutuas de corrupción en perjuicio de las arcas sindicales. Los trabajadores en resistencia señalan a Muñoz como ariete del secretario Lozano para debilitar al sindicato.
Doce meses después, esta lucha no ha concluido. Faltan definiciones legales respecto a la existencia misma del SME (requieren el reconocimiento oficial a sus dirigentes para tener recursos y representación jurídica). Además siguen pendientes las resoluciones a las demandas de reinstalación y los resultados de la mesa de negociación "de alto nivel" en Bucareli, hacia la posible creación de una empresa que dé el servicio de energía eléctrica donde operó LFC.
Por lo pronto, integrantes del grupo de 16 mil 300 trabajadores que insisten en que no aceptarán la liquidación estarán nuevamente este lunes en las calles al frente de otra jornada de protesta.