Astillero


Corrupción de clase mundial

Elías Ayub nada sabe

Cobros inflados

Gobierno minimalista

Julio Hernández López


El calderonismo se ha especializado en la sustracción de los bienes nacionales para colocarlos en el ámbito de lo privado mediante contratos, concesiones, asignaciones u otras formas de transacción político-empresarial, cuyo momento cumbre se vivió en la etapa del ahora difunto Juan Camilo Mouriño, y mediante la apropiación rapaz, directa, dinero en mano que practican funcionarios de diversas áreas y niveles. La energía –sobre todo el petróleo–, la ecología, el turismo, las vacunas de emergencia, la agricultura, la minería, el espectro radioeléctrico, los medios masivos de transporte, en especial los aéreos, y el gasto operativo de los desplazamientos y acciones contra el narcotráfico son algunos de los rubros opacos, en el mejor de los casos, de ese deslizamiento discrecional.

Ejemplos vivos de esa vocación delictiva están hoy sobre la mesa sin que las autoridades que supuestamente estarían por encima de esos punibles yerros se atrevan a actuar más que de manera sesgada, insuficiente, con tufos de complicidad. La misma tarde en que los ojos de los mexicanos estaban puestos en el carísimo desfile celebratorio del bicentenario, la Comisión Federal de Electricidad aprovechó para anunciar que aceptaba el retiro de Néstor Moreno, un alto burócrata que en Estados Unidos había sido exhibido días atrás como parte de un caso de corrupción. Ni arraigo domiciliario ni molestias precautorias: salida de la plaza caliente para tratar de disolver el asunto. Ante el creciente escándalo, el gobierno calderonista tomó una decisión de antología: presentar una denuncia contra las empresas que corrompieron a funcionarios mexicanos, pero sin abrir procesos de calado similar contra éstos, en particular contra el ex director de operaciones, el citado Moreno, que según el Departamento de Justicia de Estados Unidos habría recibido 1.9 millones de dólares como soborno por asignar contratos por 81 millones de dólares a ABB Inc. en septiembre del año pasado, pero a quien apenas ayer se le tocó con el pétalo del "aseguramiento" precautorio de un yate que junto con un Ferrari (un auto, no el secretario de Economía, Bruno, quien en estos momentos está labrando afanosamente su propio historial) fueron parte del pago delictivo, según las primeras indagaciones oficiales.

Pero, de no haber sido porque en Estados Unidos fue destapado el asunto, el funcionario Moreno seguiría haciendo negocios en la CFE, que ha sido largamente concesionada al representante de una de las familias de más crecimiento económico del mundo, como si no hubiera conflicto de interés en esas relaciones político-empresariales. El director de esa comisión, Alfredo Elías Ayub, se portó ayer escrupulosamente distante de la realidad procesal que en Estados Unidos camina rumbo al castigo de la corrupción detectada. El director-avestruz no sabe nada de esa investigación, pedirá un informe oficial sobre el caso, reprueba los hechos siempre y cuando se demuestre que sean ciertos y no se atreve a decir si el ex funcionario Moreno es inocente, pues esas consideraciones deben hacerlas "las autoridades judiciales", es decir, la PGR.

La paraestatal dirigida por el citado Elías Ayub es, mientras tanto, presentada con cinismo como una empresa de clase mundial. La cantaleta publicitaria va a contrapelo de la realidad cotidiana que, entre otras cosas, mantiene un servicio deficitario en las zonas transferidas a la CFE por un golpe laboral calderonista de Luz y Fuerza del Centro. En los domicilios ubicados en esa franja de uno de los grandes negocios del calderonismo se vive periódicamente el asalto derivado del cobro abusivo de las estimaciones de consumo de energía eléctrica, en un proceso de saqueo de la economía familiar al amparo de la situación irregular que se fabricó para colocar el patrimonio de LFC en el camino de los negocios particulares, en particular la red de fibra óptica sobre la cual quiere mantener "reserva" el Servicio de Administración y Enajenación de Bienes, aunque ayer el Instituto Federal de Acceso a la Información ordenó que se informe en manos de quién está y qué uso se le está dando.

Lo antes dicho no es más que un ejemplo de cómo la política oficial mexicana ha entrado en una fase minimalista. Cuando más y mejores personajes y procesos políticos se necesitan para enfrentar la gran crisis causada por la decena trágica del panismo, en particular por los cuatro años sangrientos del comandante Calderón, peores resultados se tienen. El escaparate institucional presenta productos de caducidad vencida, menjurjes costosos, pero ineficaces, juegos mortecinos de luces engañosas, presuntas gangas que son atracos, mecanismos de alerta y salvación que no funcionan, sistemas que ya no sirven. Tal es la dimensión de la tragedia: un país deshaciéndose en manos de dirigentes orgullosamente fallidos, pomposamente vacuos, irremediablemente fracasados.

Astillas

Dos mil 400 millones de pesos costaría el nuevo capricho calderonista de los mandos policiales únicos en los estados, sin entender que el problema de la delincuencia desbordada no está en las etiquetas, las nomenclaturas o los organigramas represivos o preventivos, sino en la recomposición profunda de la relación del poder con la sociedad y de la elaboración de programas de mejoría económica, social y cultural que puedan ser cumplidos porque fueron elaborados con criterios no armamentistas ni bélicos... Luego de la más reciente confrontación entre Leonel Godoy y Felipe Calderón, a propósito del discurso central en la ceremonia conmemorativa del natalicio de José María Morelos, cuando el panista hubo de conformarse con escuchar al perredista, se han multiplicado los problemas para los michoacanos... En la UNAM fueron echados de un coloquio sobre educación los representantes del SNTE... Hoy, El Colegio de México celebra sus 70 años con actividades en las que participará Felipe Calderón...

Y, mientras son vistas Las reinas chulas en El Vicio, con Qué suave patria, el musical, ¡feliz fin de semana!

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