Todas las mañanas y como muchos de mis compañeros y compañeras en resistencia, una servidora sale con el estomago vacio con dirección a las instalaciones del Sindicato “Viejo” de Antonio Caso donde tengo a bien colaborar en la sección informativa acompañando a Ceci Figueroa. Una vez terminada la transmisión, con la barriga refunfuñando nos disponemos al ataque de la cocina mientras bajamos las escaleras mortales (que hasta le fecha no he conocido persona alguna que suba y mantenga el aliento) me voy saboreando el atole de arroz que Rosita Comezaña esta por servir en el “Breña Alvires”, además del clásico cafecito mañanero, que a tantos nos envuelve en el calor de la familia semita ya sea acompañado de una rica torta de frijoles o de un pan con mantequilla azucarado.

Por la tarde, no pueden faltar los chilaquiles rojos, verdes o en caldo de frijol (platillo creativo entre muchos tantos del “Recetario de la Resistencia SME”). Una no puede más que agradecer la labor gigantesca que llevan a cabo las compañeras encargadas del comedor del SME, quienes siempre amables y sonrientes aportan a la causa no solo el alimento para la “solitaria” que algunas llevamos dentro, sino también a la organización pues con su esfuerzo nutren el espíritu del movimiento, con su ejemplo refuerzan la solidaridad y con su camaradería anudan los lazos de fraternidad entre los comensales, quienes siempre salimos con el corazón contento.